Réquiem para un presidente payaso
Escribe: Hilario Moreno del Campo. El peronismo cometió el acierto de no equivocarse, de dejar que los conflictos, yerros, denuncias, mal gobierno de Milei ocupe el centro de la discusión electoral y, con más o menos la cantidad habitual de votos, ganó cómodo. El peronismo no ganó la elección, la perdió contundentemente Milei y la derecha en general. Pero se sabe ya que nada de esto es definitivo. Como Terminator, es posible que ese antiperonismo una sus partes y vuelva al ataque.
Artículo originalmente publicado en Sangrre

El domingo pasado se realizó otra elección provincial más. Durante los años impares en nuestro país se realizan 24 elecciones provinciales (incluyendo CABA), la mayoría desdobladas de la elección nacional de elección de legisladores y, elección de por medio, ejecutivas. En términos institucionales, el triunfo para el peronismo bonaerense sólo implicó tres senadores provinciales más – aunque de importancia porque adquiere así quorum propio – y dos nuevos diputados provinciales, bastante lejos aún del quorum propio en la cámara baja provincial. A todas luces una elección sin estridencias, ajustada, si no fuera por el tremendo peso en cantidad de electores y de referencia simbólica para la evaluación de la salud política del gobierno nacional que adquiere la provincia de Buenos Aires. El gobierno que quería "ponerle el último clavo al cajón del kirchnerismo" se clavó la mano contra el cajón y ahora el muerto empezó a moverse nuevamente.
No es el primer signo de que la euforia política de Milei, sus varios funcionarios, periodistas, seguidores y empleados en redes, era exagerada. La semana pasada, sin ir más lejos, obtuvo 9,5% en la elección misionera y quedó cuarto. Y en los comicios que se realizaron hasta ahora alcanzó valores casi nunca superiores al 20%, excepto cuando fue aliado a un gobernador e intentó auto atribuirse el papel principal en obras donde era claramente actor secundario. La mejor elección que hizo LLA fue en la Ciudad de Buenos Aires, donde triunfaron con apenas algo más del 30% y sumados con el PRO, obtuvieron 16% menos que la suma de ambos dos años atrás (62% en 2023 vs. 46% en 2025). Con el diario del lunes no es muy difícil comprobar que todo ese optimismo con Javier Milei era una especie de burbuja. El 56% del balotaje de 2023 los envalentonó, pero esa instancia electoral es un arreglo institucional que fuerza las opciones y genera un escenario de votos prestados, de "minimizar la desutilidad social" para usar terminología de teoría electoral. Gana siempre la opción menos mala para la mayoría, pero a veces genera la ilusión de un apoyo más sólido del que verdaderamente representa, aunque esa sensación de súper poder luego de rondar el 50% también ocurre a veces con triunfos antes del balotaje. En cualquier caso, la calibración de cuánta discreción tiene un presidente recién electo o reelecto y su relación con el porcentaje de votos, es un tema que merece mayor atención y prudencia de parte de todos los niños presidentes que nos leen y aspiran a ser hegemónicos algún día.
¿Quién ganó o quién perdió?
Pero vayamos a los datos, veamos qué pasó efectivamente en la elección. Empecemos por las malas noticias: acá no ganó nadie. El peronismo hizo una buena elección, pero obtuvo 3,82 millones de votos (que probablemente lleguen a 3,85 en el escrutinio definitivo), casi 350 mil votos menos que los 4.163.689 de la elección a diputados y senadores provinciales en la general de octubre de 2023. También significan, si se quiere, más que los 3.490.768 que sumaron ambas categorías en 2021. Como sea fue, para el peronismo, una elección a mitad de camino entre una buena como la presidencial de 2023 y una mala como la legislativa post pandemia del 2021. Pero muy, muy lejos siempre de tiempos anteriores al 2011, donde el peronismo solía ganar con más del 45% de los votos y con una asistencia electoral cercana al 80%.
¿Por qué analizamos los votos en valores absolutos y no en porcentaje, como salen en la tele? Porque decir que el peronismo superó el 47% de los votos o, incluso, que Milei llegó casi al 34% en la provincia de Buenos Aires (se podría decir que es su mejor elección) oculta que ese porcentaje es en realidad menos cantidad de votos, porque hubo el menor número de votos positivos a agrupaciones políticas en muchos años: 8,09 millones aproximadamente, contra 8,2 votos positivos en las PASO de 2021 (la elección de mayor ausentismo y voto en blanco desde, al menos, el 2001). El resto de las elecciones siempre estuvieron en torno a los 9 millones de votos positivos, algunas incluso en torno a 9 millones y medio. Para el peronismo éste no es un dato menor, porque para volver al gobierno es necesario tener capacidad de sumar votos nuevos que hoy le faltan, sea sólo o en una propuesta más amplia con otros espacios. Y no hay porque pensar que esta baja en la participación electoral va a ser algo permanente que signifique que es posible garantizar un triunfo en la provincia de Buenos con menos de cuatro millones de votos. Acá surge el segundo dato principal de la elección: lo que ocurrió fue un desplome de los votos de "la derecha oficialista", es decir, tanto de La Libertad Avanza como del PRO. La suma de ambas fuerzas sumó 3,68 millones de votos en las PASO de 2021 y 4,22 M en la general. Más votos aún sumaron en 2023: 4,64 millones en las PASO y 4,86 en la general. El domingo obtuvieron 2,72 millones si sumamos los votos a senadores y diputados provinciales de toda la provincia. Entre 1,5 y 2 millones menos de votos menos. En síntesis: el peronismo cometió el acierto de no equivocarse, de dejar que los conflictos, yerros, denuncias, mal gobierno de Milei ocupe el centro de la discusión electoral y, con más o menos la cantidad habitual de votos, ganó cómodo. El peronismo no ganó la elección, la perdió contundentemente Milei y la derecha en general. Pero se sabe ya que nada de esto es definitivo. Como Terminator, es posible que ese antiperonismo una sus partes y vuelva al ataque.
Tabla 1: cantidad de votos positivos, al UP/FP y LLA/PRO

¿Adónde perdió los votos Milei?
En un primer pantallazo de los votos a senadores y diputados provinciales abiertos por secciones electorales, observamos que el voto positivo, es decir hacia algún partido político, cayó al 87% respecto a la elección de 2023 (ya habíamos visto en la primera tabla que había sido la elección con menor cantidad de votos positivos desde 2021 y, seguramente, desde el 2001). Fuerza Patria también perdió votos respecto a la última elección, pero en menor proporción, y logró retener el 93% de los votos obtenidos hace dos años. La verdadera caída ocurrió con la alianza entre el PRO y La libertad avanza que sólo conservó el 57% de los votos que sumaban ambas fuerzas hace 2 años. Esa disminución se dio en todas las secciones, aunque en algunas más que en otras. En los municipios del Gran Buenos Aires que abarcan la primera y tercera sección esa merma es del 61% y 58% respectivamente; algo similar se puede decir de la octava, la sección que sólo incluye a la capital provincial y que es similar al GBA, donde la alianza conservó el 62% de sus votos. En el resto de las secciones del "interior" bonaerense la merma es mayor, pero se nota claramente dos escalones diferentes: mientras en la quinta y sexta sección el pro-mileismo obtuvo el 54 y 56% respectivamente, en las secciones segunda, cuarta y séptima, apenas llegan a retener el 44% de los votos. La pregunta que se impone es, ¿algo caracteriza a esas secciones respecto a las demás? Sin ser un profundo conocedor del interior bonaerense, me atrevo a decir que son las principales zonas agropecuarias de la provincia, lo que se conoce como "pampa gringa" y, particularmente la segunda y la cuarta, son parte de la selecta zona núcleo de la pampa húmeda, una de las tierras más fértiles del mundo entero. Es decir, parece ser que entre los más decepcionados con la alianza derechista es el famoso "campo" bonaerense.
Tabla 2: cantidad de votos positivos y a los 2 principales partidos, por sección electoral. 2023 y 2025

En segundo lugar, nos preguntamos si en los principales municipios del área metropolitana (elegimos a los 24 municipios del Gran Buenos Aires, Pilar, Escobar y el Gran La Plata, o sea, La Plata, Berisso y Ensenada), es posible identificar algún patrón que explique la pérdida de votos de alianza La Libertad Avanza-PRO. Para facilitar la tarea, hicimos un listado de los municipios y calculamos nuevamente la proporción de votos obtenidos por el peronismo y la derecha en 2025 en relación a los obtenidos en 2023. Y ese listado los ordenamos según el tamaño de la pérdida de votos de la suma de mileistas y macristas:
Tabla 3: Cantidad de votos a los dos principales partidos 2023-25, según principales municipios del AMBA

La primera hipótesis que pensamos fue la posible pérdida de votos de los libertarios en los municipios más pobres, teniendo en cuenta que en las presidenciales de 2023 llamó la atención la penetración del voto a Milei en esos territorios. Podemos decir que esa hipótesis parece corroborarse parcialmente, aunque los municipios son territorios demasiado grandes y heterogéneos como para poder aislar y analizar el efecto pobreza en el voto[1]. En efecto, podemos ver en la parte superior de la tabla, es decir, donde se ordenan los municipios donde la alianza de derecha perdió más votos en relación al 2023, que predominan los distritos del segundo cordón del Gran Buenos Aires, el territorio más alejado de la capital, con tierras de menor valor y población de menor riqueza relativa.
<<Un tema a tener en cuenta aquí es la dificultad para aislar el efecto pobreza del efecto oficialismo local, por la sencilla razón de que ambas variables tienden a reforzarse mutuamente: los municipios de mayor pobreza tienden a elegir intendentes peronistas, lo que fortalece aún más esa identidad política en el distrito. En sentido inverso, en San Isidro y Vicente López, y en menor medida en Tres de Febrero, el peronismo tiene la doble dificultad competitiva al enfrentar a oficialismos fuertes y mucho más preeminentes para el electorado, que además es socialmente reacio al peronismo como identidad política.>>
Sin embargo, si vemos en más detalle los resultados podemos ver que también parece tener tanto o más peso cuál es el oficialismo local. Y más particularmente, los oficialismos con historia y fama de tener mayor consenso de sus vecinos, incluso de quienes no siempre votan al partido del intendente. Así podemos ver, en primer lugar, que donde más votos perdió la alianza LLA-PRO es en San Miguel, donde el intendente se fue de esa Alianza y se presentó como partido vecinal. Allí la Alianza sólo conservó el 45% de los votos que obtuvo en 2023, además de terminar en tercer lugar. Del mismo modo, destacan los malos resultados de LLA/PRO en San Fernando, Avellaneda y Tigre, los dos primeros de gestiones del primer cordón, donde históricamente el no peronismo era fuerte pero desde hace ya un tiempo las gestiones peronistas locales (de Andreotti y Ferraresi respectivamente) obtienen buenos resultados electorales y son conocidas por el apoyo de sus vecinos. El caso de Tigre es comparable al de San Miguel pero en un sentido distinto: el intendente peronista, Julio Zamora, decidió pasar a ser parte del frente Somos y generó a nivel local un escenario de tercios, haciéndolo perder votos tanto al peronismo como a la derecha. Perdió la elección pero obtuvo alrededor de 20% de los votos, quitándole caudal electoral a ambos partidos principales. Asimismo se observan resultados relativamente bajos, con una retención de votos menor al 60% en los municipios con gestiones locales más fuertes y con historia de buenos resultados, en particular, Malvinas Argentinas, Ezeiza, Pilar, Berazategui y Ensenada. Por último, vemos que desde Ituzaingó en adelante mejoran bastante los porcentajes de retención de votos de la alianza de derecha y ello ocurre casi siempre en municipios del primer cordón del conurbano, donde la cantidad de pobreza es moderada a baja. Cierran la tabla los tres municipios con intendentes de la alianza LLA-PRO, San Isidro, Vicente López y Tres de Febrero que, además, son junto con Morón y La Plata, los de menor porcentaje de pobreza.
Un tema a tener en cuenta aquí es la dificultad para aislar el efecto pobreza del efecto oficialismo local, por la sencilla razón de que ambas variables tienden a reforzarse mutuamente: los municipios de mayor pobreza tienden a elegir intendentes peronistas, lo que fortalece aún más esa identidad política en el distrito. En sentido inverso, en San Isidro y Vicente López, y en menor medida en Tres de Febrero, el peronismo tiene la doble dificultad competitiva al enfrentar a oficialismos fuertes y mucho más preeminentes para el electorado, que además es socialmente reacio al peronismo como identidad política. Sin embargo, este mismo análisis nos puede ser útil para identificar aquellos casos donde los oficialismos son más débiles de lo que se podría esperar dada las características socioeconómicas del municipio: Esteban Echeverría, Florencio Varela, Hurlingham, José C. Paz, Merlo e, incluso, Matanza, parecen ser municipios donde el desgaste de las gestiones locales, la presencia de internas no saldadas, las campañas realizadas a reglamento, o un mix de todo diría Rinconet, tienen como corolario una merma de votos peronistas mayor a la esperable.
Resumiendo
La elección bonaerense del 7 de septiembre pasado trajo algunas novedades y la brisa de, quizás, un nuevo ciclo político. Cómo síntesis, creemos que hay tres puntos principales que los números que analizamos permiten pensar.
En primer lugar, si bien es prematuro dar por muerto al gobierno de Milei al menos hasta las próximas elecciones legislativas nacionales, hay que ver qué le queda para seguir peleando después de haber caído a la lona. En este punto parece importante volver a señalar un alerta: los datos parecen afirmar que el peronismo no ganó la elección, la perdieron Milei y sus aliados del PRO. Se unieron para intentar una vez más sellar el sueño gorila de terminar con el peronismo, pero apenas lograron retener el 57% de los votos a legisladores provinciales que obtuvieron entre ambos hace dos años. Excede a este artículo analizar los motivos que llevaron a la derecha a este derrape, pero sintéticamente podemos decir que, por un lado, las palabras quizás sirvan para alimentar el alma pero no el estómago: el empeoramiento de la situación económica de la mayoría de la población tuvo más peso que el eufórico discurso cotidiano del presidente afirmando el fin de la inflación, la existencia de doce millones menos de pobres, el crecimiento en V de la economía y varios disparates más; por el otro, la pérdida de confianza política luego de pelea tras pelea con cuanto actor social y político hubiese, sumados a los escándalos de la estafa con la cripto $libra y, finalmente, el 3% para la hermana Karina, terminaron de derruir un gobierno con una épica imaginaria asentada en éxitos de fantasía. A veces da la impresión de que Milei y su entorno viven en Narnia.
Pero no habría que creer que esto es definitivo. Como decíamos, Terminator puede unir sus partes y volver al ataque. Es bueno recordar que hace cuatro años, luego de las elecciones de 2021, la alianza Cambiemos se encontraba en una situación parecida a la que actualmente atraviesa Fuerza Patria. Ganaron una elección no por mérito propio sino por ser la principal oposición a un gobierno, el de Alberto Fernández, con problemas de diverso tipo. Luego de esa elección, con el cartel de candidatos ganadores para las presidenciales del 2023 y con internas importantes sin resolver, las elecciones presidenciales se les escurrieron como arena entre las manos a Larreta primero y a Bullrich después. Nadie bebe dos veces del mismo río, pero lo que no se aprende a tiempo a veces se suele repetir. En ese sentido, es importante entender que nada está escrito ni mucho menos garantizado en los dos años que vienen por delante.
En segundo lugar, y metiéndonos ya dentro de la provincia de Buenos Aires, vimos que las secciones electorales donde Milei cayó más fuertemente fueron las más vinculadas a la actividad agropecuaria: la segunda (norte de la provincia), la cuarta (noroeste) y séptima (centro). Allí, la baja retención de votos (43 o 44%) de parte de La Libertad Avanza cayó incluso por debajo del municipio del conurbano en el que relativamente peor le fue (San Miguel, 45% de retención del voto). En varios municipios de esas secciones, al igual que en el ahora vecinalista San Miguel, se dieron escenarios de tercios con las listas de Somos o de Hechos. Eso relativiza en algún sentido la idea de que "el campo votó contra Milei", pero al menos permite afirmar que en las secciones agropecuarias no pareció que lo más importante fuera esta vez votar contra el kirchnerismo o peronismo, como si dio la impresión en elecciones pasadas. Da la sensación de que conocemos menos de lo que creemos de la vida y los vínculos políticos de las personas de los pueblos del interior bonaerense y, quizás, también de otras ciudades de Santa Fe y alguna que otra de Córdoba. Desde el Gran Buenos Aires quizás tendemos a suponer que la mayoría de los habitantes de esos municipios trabajan en el campo, usan boina y odian a Cristina por sobre todas las cosas; pero quizás no sea tan así, quizás esos sean sólo una minoría en esos pueblos, probablemente haya gente de diverso tipo y, especialmente, quizás sea posible pensar que existan formas de representar a la mayoría o a primeras minorías de esas ciudades y reconstruir lealtades a identidades políticas nuevas, alejadas del enfrentamiento hasta hoy casi irreconciliable con la "gente del campo". Hace poco leí en una nota que un nuevo estudio sobre Titán (el satélite más grande de Saturno y segundo de todo el sistema solar, con atmósfera y mares, ríos y lagos como acá, sólo que de metano y etano a menos de 170 grados bajo cero), afirmaba que tenía las condiciones para que, quizás algún día, pudieran aparecer las primeras formas de vida microscópica similar a las de la tierra. Si es posible pensar en que alguna vez haya vida en Titán, quizás sea posible también pensar en que en las ciudades "del campo" algún día vuelva a crecer el peronismo. Quizás.
Por último, es interesante ver cómo las cosas vuelven a sus lugares normales. El voto de La Libertad Avanza, principal antiperonismo vigente, volvió a tener el patrón de un antiperonismo típico: más débil en los municipios del segundo cordón y, más aún, en los distritos donde gobiernan buenos intendentes peronistas. Inauguremos el "nosotros lo dijimos en estas páginas" y recordemos que se marcó en esta columna (La tía de todas las batallas) la importancia que podían tener los gobiernos locales en una elección de este tipo, donde no entraban en juego candidaturas más relevantes que las municipales. Otro tema que señalamos ahí fue que en treinta días todavía podían pasar cosas que alteren el escenario electoral, aunque hay que confesar que pensábamos más en una escapada del dólar que en el show del 3% y la alta coimera.
En cualquier caso, podemos tomar de estas conclusiones algunos de los elementos útiles y necesarios para que el peronismo vuelva a algún día al gobierno y, sobre todo, a retomar su tarea de hacer a la patria grande y al pueblo feliz. En primer lugar, ser paciente y confiar que el tiempo está a nuestro favor o, al menos, que en Argentina el fracaso del liberalismo es cuestión de sentarse a esperar. Un poco por lo falso de la autopercepción de superioridad de quienes se identifican con Europa o Estados Unidos, y mucho por lo falso de la viabilidad de una economía sin regulación alguna que irrite a los más ricos, con dólar barato, sin industria ni derechos laborales, con un Estado que se vaya desentendiendo de pagar jubilaciones, salud, educación, etc. Especialmente si continúan las elecciones libres y periódicas. Perón decía que "En esta tierra, lo mejor que tenemos es el pueblo" y, elección más o elección menos, sigue teniendo razón.
En segundo lugar, abrirse a superar los problemas actuales de la política pensando en nuevos vínculos con otros sectores sociales que hasta hace poco, o hasta hoy mismo, parecen imposibles. A casi nadie se le hubiera ocurrido posible que el peronismo ganara estas elecciones en los principales distritos de la soja, sin embargo, eso ocurrió. Quizás se puede dar algún paso más y pensar en que esa situación se vuelva un poco más estable, aprovechar la oportunidad para tender más puentes, al menos, con distintos sectores de esas localidades. Y lo mismo para otras identidades hoy ajenas al peronismo de los últimos años. Quizás desde el 2008 a hoy hubo un auto encierro excesivo en los lugares donde se estaba más cómodo, aún a costa de volverse minoría. El famoso viraje hacia "el patio de las palmeras" donde básicamente el peronismo se hablaba a sí mismo de lo que sólo el peronismo entendía y estaba de acuerdo. Ojalá esta elección sirva para abandonar esas zonas de confort.
Por último, el relativo éxito de los gobiernos locales, especialmente de aquellos más apreciados por sus vecinos, muestran como la política no siempre se hace "de arriba hacia abajo". Los principales dirigentes peronistas tienen, desde que Alberto Fernández logró superar el 70% de imagen positiva al inicio de la pandemia, una enorme dificultad para que la mayoría de los ciudadanos los miren con buenos ojos. Eso le hace casi imposible ganar un balotaje no sólo a los ex candidatos presidenciales Sergio Massa o, hace ya una década, a Daniel Scioli, sino a la mayoría de los dirigentes nacionalmente reconocidos del peronismo. En contraposición, muchos intendentes, varios gobernadores, quizás algunos dirigentes sindicales, gocen principalmente de buena imagen entre aquellos a quienes representan. Pero la idea de que la política se debe organizar a través de "orgas" que permitan ordenar arriba y bajar directivas, homogeneizando así las formas de actuar, de pensar, tendió a primar por sobre la idea inversa, a saber: que la política florece más o menos por sí misma en cada lugar donde la gente vive en comunidad y que conducir es permitir que esas realidades y esos liderazgos fluyan, en lugar de rociarlos del glifosato de la línea que baja y nunca sube. Esto no está dicho contra una orga en particular, en la que sospecho que usted lector está pensando en este momento, sino en ese formato en sí. La práctica sectaria de la orga Nº dos para terminar con el sectarismo de la orga Nº uno, no pareciera que solucione demasiado. El peronismo siempre tuvo la gran virtud de ser amplio, heterogéneo, impuro, incluso contradictorio. Eso que para muchos era un rasgo de atraso y de incapacidad para liderar a las masas populares[2] probablemente sea su fuente inagotable de flexibilidad y su mayor fortaleza, la que lo haga volver y volver todo el tiempo. Además Perón lo pensó más o menos así, y quién somos nosotros para discutirlo.
[1] La cantidad de población en los municipios seleccionados oscilan, con excepción de las más chicas Berisso y Ensenada, entre un piso de 200 mil habitantes, hasta los que superan el medio millón de habitantes, y la Matanza en torno a 1,8 millones. Es bastante obvio que con esos tamaños de población dichas ciudades suelen ser altamente heterogéneas. En ese sentido se pueden identificar los municipios con relativamente mayor pobreza y los de menos, pero en ningún caso se puede esperar homogeneidad social o económica cuando analizamos los resultados a dicho nivel de agregación. Análisis más precisos podrían hacerse tomando como unidad de análisis a los circuitos electorales dentro de los municipios del área metropolitana, los cuales sin ser tampoco chicos ni homogéneos, lo son bastante más que el agregado del departamento municipal completo.
[2] Al respecto, por si resulta de interés y no lo leyeron, Daniel James analiza éstas y otras críticas en Resistencia e Integración, quizás el mejor libro sobre el peronismo escrito por un trotskista inglés.