La tía de todas las batallas

02.09.2025

Escribe: Hilario Moreno del Campo. El próximo 7 de septiembre tendrá lugar en la provincia de Buenos Aires una de las principales contiendas del calendario electoral 2025. En este elección, el gobierno de Milei ha depositado buena parte de sus expectativas de cara a la continuidad de su proyecto político y le ha torgado un carácter plebiscitario.

En la provincia de Buenos Aires, el gobierno se juega buena parte de su estrategia de construcción de poder.
En la provincia de Buenos Aires, el gobierno se juega buena parte de su estrategia de construcción de poder.

El próximo 7 de septiembre tendrá lugar en la provincia de Buenos Aires una de las principales contiendas del calendario electoral 2025. Junto con la nacional de octubre y la de legisladores porteños en CABA de mayo pasado, la próxima elección de senadores y diputados provinciales y concejales y concejeros escolares municipales condensa el mayor valor simbólico en la suerte de plebiscito sobre la gestión del presidente en que han devenido las elecciones de medio término en Argentina. Da la impresión de que lo que está en juego es bastante más que la composición de las cámaras legislativas en la provincia de Buenos Aires y los concejos deliberantes bonaerenses. A quienes le interese este aspecto simbólico, representativo, pero en sentido teatral, del peso en términos de estatus para la política de ciertas ceremonias, les recomiendo el libro Negara, de Clifford Geertz. Habla sobre la vida y la política en la isla de Bali durante el siglo XIX, aparentemente nada que ver con el territorio bonaerense en el siglo XXI, excepto porque parece que toda la densidad de la política queda involucrada en una ceremonia pública de pocas consecuencias institucionales.

Esta elección tiene también otra particularidad: es la segunda vez desde 1983 que la provincia de Buenos Aires desdobla sus elecciones de las nacionales. Sin embargo, a diferencia de la de 2003, aquí no hay una sola cabeza de lista en toda la provincia, como sí sucedió en la competencia a gobernador de aquel año (que ganó Felipe Solá). Ahora se trata, en realidad, de ocho elecciones diferentes e independientes, si se tienen en cuenta las secciones electorales, o 135, si se consideran como principales los distritos municipales. Parece un tecnicismo, pero puede no serlo: nadie sabe a ciencia cierta qué efectos institucionales tendrá el hecho de que la parte derecha de la lista sábana horizontal (la "cabeza" de la boleta) la ocupe el cuerpo históricamente menos relevante y siempre arrastrado por uno –el nacional– u otro –el municipal– segmento de la lista. Algo así como si, en la promo, donde al producto principal le añaden de regalo un segundo producto de menor valor de la misma marca, de pronto le quitaran el producto principal. ¿Se venderá igual el producto secundario? ¿Pesará la marca o entrarán en comparación los productos secundarios de la promo? Un momento de incertidumbre.

En este contexto, vale la pena detenerse en una encuesta de Proyección, de los consultores y amigos Santiago Giorgetta y Manuel Zunino, en la cual se mide la intención de voto por sección electoral.

Intención de voto a legislador bonaerense, por partido o frente

Los datos provienen de una encuesta web realizada en la Provincia de Buenos Aires a 6.089 personas (o direcciones IP), para poder lograr un error aceptable a nivel de sección electoral. El resultado agregado de los votos por partido no tiene ninguna relevancia para la asignación de cargos en la elección, pero, como ya dijimos, sí tiene una enorme carga simbólica. Por las dudas, ese resultado arrojaba un empate técnico, con Fuerza Patria adelante con 38,1% contra 37,3% de La Libertad Avanza (LLA). Somos obtenía 6%, el Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT) 3%, otras opciones sumaban casi 3 puntos más y 4% decía que votaría en blanco o impugnado, mientras que un 8,5% se mantenía indeciso.

Con los datos preliminares planteados, bastantes similares a otros que circulan, es bueno preguntarse cuánto de esta foto quedará así y de qué podrían depender eventuales cambios. Arriesguemos una hipótesis inicial: lo más seguro de esta elección son los votos peronistas; difícilmente crezcan demasiado, pero tampoco hay motivo para pensar que serían menos de lo que anuncia la encuesta. En los últimos años, el peronismo (siempre en su versión principal) obtuvo más o menos esa cantidad de votos en las elecciones provinciales (aunque con una leve tendencia en descenso, casi por goteo, elección tras elección), excepto en las generales presidenciales de 2011, 2019 y –pongamos que– 2023, donde crecieron electoralmente Cristina, Alberto y Massa, respectivamente.

En cambio, es una incógnita importante saber si LLA podrá crecer, mantener o incluso perder los guarismos que arroja esta encuesta. Seguramente, lo sustancial de la elección pasa por ahí. Hasta ahora, LLA no viene haciendo grandes elecciones provinciales, ubicándose entre los 20 y 30 puntos relativamente, con excepción de las provincias en las que los mileístas decidieron sumarse al gobernador local antiperonista (Chaco, por ejemplo). En general no se verifica que las alianzas con el PRO hayan logrado sumar aritméticamente los votos de ambos: ya en CABA veíamos que, de lograr 64% en 2023, pasaron a sumar 46% en mayo último. El informe completo de Proyección muestra también que, mientras el peronismo supera levemente los votos del 2021 y en algunos casos se acerca a la elección del 2023, LLA en alianza con el PRO está muy lejos de sumar los votos de ambas fuerzas en la última elección.

Evidentemente, Milei no logra contener la totalidad de lo que supo ser la alianza Cambiemos, y quizás también perdió parte del 30% que lo apoyó en la primera vuelta presidencial. Pero sobre todo, el día a día del gobierno lo pone a Milei en el centro de atención, con chances de crecer o perder votos diariamente. El electorado peronista kirchnerista está claramente consolidado y, en el momento actual, podría decirse, estancado. En cambio, los votantes de Milei no: la mitad, al menos, son electores recientes y blandos, que en general comparten más la expectativa de que le pueda ir bien que una evaluación consolidada sobre el gobierno, y que pueden sumarse o restarse en cualquier momento. Claro que esos electores no tienen demasiadas opciones de voto si se enojan con Milei. En cualquier caso, es por ese lado donde parece que la elección se mantiene abierta.

Hay que considerar también el reciente fenómeno de desafección electoral, que implicó mayor voto en blanco y ausentismo en las últimas provinciales. Las encuestas en la provincia de Buenos Aires están mostrando una mayor toma de posición que lo que ocurrió en otros distritos hasta ahora. En cualquier caso, es importante tener en cuenta que este proceso no es simétrico, es decir, no necesariamente ocurre del mismo modo en todos los electorados. La desafección de 2021, sobre el fin de la pandemia, parece haber afectado principalmente al peronismo, oficialismo en aquel entonces. En esta ocasión, es probable que haya más riesgo de pérdida de votos por desafección en el oficialismo actual de Milei que en los votos peronistas. Si se piensa un poco suena bastante lógico: los votos que el peronismo ya perdió en 2021 no los puede volver a perder, y los vaivenes del gobierno nacional otorgan más incentivos para que los opositores aprovechen la elección para manifestar su enojo. Distinta es la situación para quienes tienen algún apoyo tibio al gobierno, que sí se encuentran en una posición ambivalente y pueden terminar votando otras opciones o quedándose en su casa. Lo importante es comprender que la desafección no es necesariamente un proceso general que afecta a toda la sociedad, sino un fenómeno que concierne a ciertos electorados, generalmente a los oficialistas.

Un segundo tema a considerar es el peso que puedan tener los comicios locales bonaerenses, que siempre fueron secundarios respecto a la elección de autoridades nacionales o de gobernador, pero en esta situación podrían ser los de mayor interés para los votantes bonaerenses. Aquí entra en juego un tema más complejo: la "doble dimensión" del voto local[1]. Para decirlo sencillamente, el voto a representantes locales tiene –al menos en nuestro país y específicamente en el conurbano bonaerense, que es donde más lo estudié– dos fuentes principales: el arrastre de la boleta local por la identidad partidaria nacional y el nivel de apoyo al oficialismo local.

El arrastre generado por identidad política "nacional" de los electores refiere simplemente a que, por ejemplo, la boleta local del peronismo va a sacar más votos en el municipio en una elección en la que al peronismo le vaya mejor en general. A ese fenómeno de variación de votos locales por efecto externo de una variación de la intención de voto a la boleta nacional o provincial lo llamamos "arrastre". A su vez, en aquellos distritos con mayor proporción de electores peronistas es esperable que las listas locales saquen también mayor porcentaje de votos que el promedio. ¿Cuáles son esos distritos? Distintos estudios (Germani, Murmis y Portantiero, Mora y Araujo, entre otros) han coincidido histórica y empíricamente en la asociación entre el voto al peronismo y el peso del voto de los trabajadores, primero, y el peso en general de la población de menores ingresos relativos, después. De modo tal que el efecto de la identidad política nacional para la principal lista peronista en una elección local bonaerense puede sintetizarse matemáticamente en un primer término (de una ecuación de dos términos) igual al porcentaje de votos de la cabeza de la lista sábana en la provincia en general, ajustada por el porcentaje de pobreza de cada municipio (normalmente con el % de población con necesidades básicas insatisfechas [NBI]). Llamemos a este fenómeno de ajuste local del voto según nivel de pobreza "implantación territorial del voto". La misma fórmula aplica, de modo inverso, al principal no peronismo local en una elección dada: es decir, que los votos de esa lista local serán en función de los votos generales de su cabeza de lista en la provincia y la inversa de la pobreza estructural del distrito.

El segundo componente del voto local está vinculado al partido de gobierno local. Otra profusa temática en la ciencia política es la de las ventajas incumbentes (ventajas que detenta un oficialismo y no puede detentar la oposición) en la elecciones locales. Estas no son necesariamente de tipo clientelar o material; es más, se podría decir que las principales ventajas, presentes indistintamente en todos los municipios del conurbano, son básicamente simbólicas, de conocimiento y confianza respecto del intendente, del oficialismo local y/o de algunos candidatos relevantes. En cualquier caso, este segundo término de la ecuación apunta a que, generalmente, el oficialismo local va a lograr, luego de estimar el arrastre de la boleta nacional de la cual participa, una mayor cantidad de votos que la principal oposición. Así, podemos sintetizar la fórmula del voto local en estos dos componentes: cuánto pesa la boleta general de la que están colgados los candidatos locales y si son oficialismo u oposición (de 1983 a 2011 se podía estimar esa ventaja en aproximadamente 8% en promedio, tanto para la lista peronista como para su principal contrincante). Otro punto muy interesante de este modelo es que también es reversible: las mismas variables explican (en sentido inverso) el voto a la lista peronista y a la de su principal opositor local (hasta el año 2011, el 99% de las elecciones en el conurbano habían tenido al peronismo en primer o segundo lugar en la elección local; desde 2013, algo de eso pudo haber cambiado, pero no mucho).

Volvamos a lo nuestro. ¿Qué implica esta importancia relativa de las listas locales en la provincia de Buenos Aires? Que si la dimensión "nacional" del voto es débil, por los cargos y candidatos en juego, y la local es fuerte, el peso y las ganas de los oficialismos locales de llegar a sus electorados con su campaña puede ser un límite a la "nacionalización" de la elección. Si esto ocurre, el peronismo correría con ventaja, porque tiene muchos más oficialismos locales en la provincia que LLA y que el PRO, más aún a la luz de que la mayoría del radicalismo se alineó en la lista SOMOS (en la segunda sección, en HECHOS). Esto último puede arrojar un ruido metodológico adicional a las predicciones electorales, en la medida que todas ellas se hacen con muestras seccionales y asumiendo de algún modo que o bien no habrá arrastre local de la lista seccional o bien los respondentes tienen suficientemente claro el tema para no decir que, por ejemplo, van a votar la lista de Milei de la tercera sección si priorizan su voto a Ferraresi en Avellaneda o a Mussi en Berazategui y no piensan cortar boleta.

En elecciones pasadas, tanto en la provincia de Buenos Aires como en CABA, se han visto fenómenos en que algunos electores, al ser consultados por su voto en distintos niveles de la boleta (sábana papel o electrónica), no tenían muy claro qué habían votado en cada nivel excepto uno principal, que generalmente era el de mayor rango (y en pocas ocasiones a nivel local, la boleta del intendente). De ser así, puede ocurrir que los oficialismos locales mejor evaluados y que más energía y acierto pongan en la campaña (como se juegan también los concejales que precisan los intendentes para manejar el concejo deliberante, es de esperar que busquen hacerlo) logren más votos que lo que miden las encuestas, especialmente ahora, cuando aún la elección está lejos.

Hay motivos, entonces, para pensar que la "nacionalización" de la elección enfrenta algunos obstáculos. No compiten les candidates principales de la política nacional ni provincial. Probablemente Gabriel Katopodis versus Diego Valenzuela, en la Primera Sección, sea el único caso de un duelo entre candidatos que, al menos, son conocidos por tres de cada cuatro bonaerenses (aunque dos de esos cuatro tienen opinión y el restante apenas los conoce de nombre). La Quinta quizás también presente un combate entre marplatenses (que son la mayoría de la sección): el intendente Guillermo Montenegro vs. Fernanda Raverta. La Tercera Sección, donde compiten la vicegobernadora Verónica Magario contra Maximiliano Bondarenko, no parece tener gran peso en sus candidates. Y en el resto de las secciones tendría que googlear para ver quiénes se candidatean, así que imagino la situación de un elector que no trabaja de politólogo, como es mi caso.

Con este panorama, la nacionalización de la elección tiene como idea implícita un peso superlativo del sello "La Libertad Avanza", funcionando como franquicia magnética de votos a través de los 135 distritos de la provincia (el caso del peronismo es diferente: tiene un voto mucho más consolidado a través del tiempo y demasiados intendentes como para depender de su peso como franquicia de moda). El voto funciona como la adhesión a una marca y, en el caso de los municipios, como adhesión a la franquicia local de esa marca, solo cuando eso es para el votante lo más importante en juego en una elección. En ese sentido, se puede decir que sí, que en última instancia si una persona va a ir a votar (aunque más no sea por obligación cívica) el 7 de septiembre y no tiene mayor interés, información o motivación en la elección, probablemente se guíe por el color del partido de la boleta. También es posible que resuma sus opiniones sobre si quiere apoyar o castigar al presidente y vote entonces a favor o contra del partido color violeta. Pero además puede haber varios, más de uno y con distintos grados de información y cultura política, que por idea propia o por inducción de la campaña política local, piense que se trata principalmente de una elección de candidatos locales, y allí la dinámica de la elección puede ser otra.

Por todo ello, se podría decir que se trata de una elección con bastante más incertidumbre que la habitual. Y eso sin que la agenda política nacional, provincial o, por qué no, internacional la sacuda con algún tema en las próximas semanas, como el dólar, una nueva guerra que invente Trump o que Boca siga perdiendo y River ganando.

Notas

[1] A quienes estén interesados en profundizar en la temática, los invito a leer un artículo que escribí al respecto, "La representación yuxtapuesta en el conurbano bonaerense", originalmente publicado en la Revista Mexicana de Administración Pública y Análisis Político.